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Juan Carlos Reyna (Tijuana, 1980) es músico y escritor. Aunque despanzurra en numerosos periódicos y revistas, es en esta bitácora donde revela sus entrañas más agrestes, su intimidad acojonada.


La OBC y la cultura de la mediocridad
Iván del Prado, director de la OBC hasta el 29 de enero, fue destituido de su cargo sin explicaciones públicas. Los responsables: Alfredo Álvarez, representante legal del patronato de la orquesta, y Alma Delia Ábrego, presidenta del mismo. La decisión fue tomada sin avisarle a los miembros de la OBC, ni a los del Patronato. Como subraya el Maestro Alfredo Nuñez Palacio, arreglista de la orquesta, y una carta divulgada por los ciudadanos Carlos San Miguel y Sivia Cabrera, Del Prado fue nombrado director luego de un proceso de selección "artística, moral y profesional". Álvarez Cárdenas y Ábrego se atribuyeron funciones que no les correspondían con el fin de reinstalar como director a Eduardo García Barrios, fundador de la OBC.
García Barrios fue responsable de acumular un adeudo histórico de la agrupación por ocho años. Este adeudo nunca fue transparentado por Roberto Limón, ex director de la orquesta que prefirió renunciar a aclarar los manejos de dinero que, en su mayoría, proviene de fondos públicos. Ábrego no sólo no pudo recaudar los suficientes recursos privados para que la OBC adquiriera independencia económica, sino que la llevó a la quiebra. Así queda claro en el reportaje que el semanario ZETA publicó en su edición 1783.
Conozco a García Barrios, a Limón, a Ábrego y a Álvarez Cárdenas. El primero cuando era director de la orquesta mientras yo estudiaba en el Conservatorio regional. A Limón cuando era director del Centro Hispanoamericano de Guitarra, donde comencé mis estudios musicales. A Ábrego cuando acudía a Fotográfika, la agencia publicidad que lleva la cuenta publicitaria de la orquesta. A Álvarez Cárdenas lo conocí recientemente, en una cena de proselitismo en favor del panista Carlos Torres. Con ninguno he llevado una relación de amistad, pero he seguido de cerca su trabajo en el ramo cultural. No conozco lo suficiente para dudar de su calidad moral, incluso como funcionarios. Sé que el más afectado ante la opinión pública es Limón, debido a su renuncia repentina a pesar de las cuentas turbias de la orquesta. Sin embargo, Álvarez Cárdenas, quien dirigió el hoy malogrado CECUT en su época de mayores resultados, aún se le menciona como ejemplo a seguir: así se lo dije personalmente cuando le conocí.
Aún con todo lo anterior es preciso atenernos a los hechos, que es lo poco que el mismo patronato ha divulgado respecto a los fondos a los que todos, como ciudadanos, hemos contribuido: el trabajo que ha realizado Álvarez y Ábrego en la OBC ha sido mediocre.
La orquesta sigue sin tener independencia económica, sus integrantes son un puñado de músicos y no se han pagado impuestos desde hace un par de años.
Como colaborador de Nortec: Bostich y Fussible, ensayé y me presenté al lado de la OBC bajo la batuta de Del Prado. Atestigué una asistencia de 20 mil personal al concierto, un público que ningún otro director de la orquesta había logrado acumular. La cantidad de público puede atribuírsele a la popularidad del fenómeno Nortec, pero también a la disposición de Del Prado de acercarse a un público poco familiarizado con instrumentos típicamente llamados "clásicos".
Siendo músico y público de la orquesta desde mi adolescencia, reconozco que la promoción del trabajo de la OBC ha sido poco estratégico: muy pocas veces he visto teatros llenos, y ello ha sido responsabilidad de, aquí sí reconozcámoslo, la mediocridad de todos: desde el público tijuanense, hasta los directores de la OBC. Si bien los antiguos directores han hecho el esfuerzo de revertir esta tendencia, nunca vi la posibilidad de reinventar la orquesta como el concierto arriba citado. No me consta que Del Prado haga una labor mejor o peor que Garcia Barrios, Ernesto Díaz Muñoz o Limón, pero si me consta que su deseo de darle otra vida a la OBC esta siendo negada por las decisiones del patronato.
No me sorprende la actitud de Ábrego (poco conozco de su trabajo a excepción de los resultados que ya mencioné), pero sí de Álvarez Cárdenas. García Barrios no es querido como director por los músicos actuales de la OBC. Además, con su imposición la orquesta retrocederá casi dos décadas, cuando García Barrios se conformaba con dar a Baja California un ensamble de cámara (con excelentes músicos sin duda) y no una orquesta de a verdad.
Mediante estas líneas invito a Álvarez y a García Barrios a que hagan un examen de consciencia. ¿Es esta la cultura que creen que se merece la ciudadanía? ¿La cultura de la mediocridad y del despotismo? ¿Con esos principios dirigirán la OBC? Me uno al reclamo de San Miguel, Cabrera, Nuñez Palacio y el resto de los músicos de la OBC, y pido al resto de la comunidad artística asumir una postura ética ante los ninguneos de nuestro quehacer cultural.
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02/02/10

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