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Juan Carlos Reyna (Tijuana, 1980) es músico y escritor. Aunque despanzurra en numerosos periódicos y revistas, es en esta bitácora donde revela sus entrañas más agrestes, su intimidad acojonada.
Este es el texto que El País se negó a publicar, luego que expresamente me habían pedido una colaboración respecto a las políticas culturales en México.
La cultura es el sector que más desprecia el Estado mexicano. El presupuesto de las dependencias del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) se ha recortado brutalmente. Se fomenta el aparato sindical que corrompe estas instituciones y, lo más grave de todo, asigna en cargos directivos a funcionarios acusados de fraude. Nadie responde a los reclamos.
A pesar de que esta comprobado que la cultura fomenta la economía, ésta no forma parte de la agenda del presidente de derecha Felipe Calderón. Su Secretario de Hacienda, Agustín Carsten, declaró el 10 de agosto que México enfrentará en el 2010 un faltante de 23 mil millones de dólares. Muchos proyectos artísticos se han desmantelando a pesar de haberse acordado desde hace años. ¿La razón? El arte y sus artistas no existen para la administración presidencial.
Los recortes se han hecho a discreción y sin transparencia. Ni Consuelo Sáizar, directora de Conaculta, ni Teresa Vicencio, directora del INBA, han aclarado las cantidades exactas del recorte. No han revelado los criterios para haber cancelado proyectos acordados, a pesar de que la comunidad cultural lo ha exigido insistentemente en los medios de comunicación. Sáizar y Vicencio, al ignorar estos reclamos, no muestran respeto por la profesión cultural y sí mucha arrogancia.
La contradicción en sus declaraciones públicas es insultante: mientras que Vicencio declaró el pasado 10 de agosto que el INBA “continúa con normalidad todas sus actividades... ni se retiran los fondos para los museos”, sí fueron amputados muchos proyectos en sustancia. Así lo demuestra el caso de la exposición Ventanilla Única, de Yoshua Okón, en el Museo de Arte Carrillo Gil (MACG). A pesar de que su inauguración el 9 de septiembre se difundió en la prensa, Okón repentinamente fue avisado de que su retrospectiva sería cancelada: el INBA no depositaría el presupuesto. Pero Itala Schmelz, la directora del MACG, logró conseguir algo de dinero y la exposición se pospuso para el 30 de septiembre. De los 300 mil pesos que se destinarían originalmente, sólo 170 fueron, a duras penas, aprobados. Ahora no podrá imprimirse el catálogo para la exposición que había comprometido al artista con varios autores.
La presidenta de Conaculta ha asumido una actitud totalitaria. No ha respondido a la invitación de la revista Curare para que aclare públicamente ésta y otras irregularidades. Se le envió una carta el 14 de agosto, con copia a Vicencio, que se ha reproducido en medios nacionales con la firma de los intelectuales más reputados del país. No sorprende su silencio.
Tampoco contestó tres cartas que dirigieron artistas de prestigio internacional y miembros de la comunidad cultural exigiendo la destitución de Virgilio Muñoz, recientemente designado director del Centro Cultural Tijuana. Muñoz Pérez es acusado por Víctor Clark Alfaro, del Centro Binacional de Derechos Humanos, de traficar personas mientras fungía como delegado del Instituto Nacional de Migración. Sáizar tampoco contestó los reclamos por haber contratado a Eduardo Zavala Barrenechea, acusado de soborno mientras fungía como subdirector de finanzas de la Lotería Nacional, para encabezar la Secretaría Ejecutiva de Conaculta, responsable de todo su presupuesto.
Tampoco Teresa Vicencio ha aclarado sus propias irregularidades administrativas: cuando fungía como directora del Cecut, entregó dinero público al promotor Leobardo Sarabia por uno o más proyectos inexistentes. El mismo promotor lo confesó en una entrevista audiograbada, y lo confirmaron exfuncionarios cercanos a la actual directora del INBA.
La solicitud de información respecto a todos estos asuntos están trámite en el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI). Tampoco ha habido respuesta.
Conaculta, un monstruo paternalista que despilfarra becas y premios, no ha podido integrar realmente la cultura en la vida de los mexicanos. Su normatividad, para colmo, impide que se administre con inteligencia: el dinero generado en taquilla del INBA, por ejemplo, nunca se re invierte en los espacios. La mayoría del dinero se va a enriquecer los sindicatos que se han apoderado de prácticamente los sectores más importante del país.
Conaculta es hijo de la burocracia que institucionalizaron 80 años de corrupción política aún vigente. Actualmente, el 85 por ciento del presupuesto que se otorgan a los espacios que dependen del INBA, como el MACG, se va a operación y lo que resta a programación. De acuerdo a las recomendaciones de la UNESCO, debería ser a la inversa. La cultura en México se administra al revés.
Al INBA se le asignó mil 759 millones de pesos, cinco por ciento más que en el 2006 cuando ejerció mil 615 millones de pesos. No se ha aclarado en cuánto permanece ahora. Lo único seguro es que no alterará uno de los grandes problemas de la administración actual: el corporativismo sindical que el Partido Acción Nacional, ahora en el poder, criticó tanto en el pasado.
Ahora ello caracteriza las instituciones culturales. Los recortes están perfectamente aplicados para a mantener, paradójicamente, el aparato podrido de los sindicatos. Son los empleados de confianza, a quienes se les paga arbitrariamente por honorarios, los que son recortados. Tan sólo en el Museo de Arte Moderno hay dos sindicatos en los que se practica la plaza heredada, las vacaciones exponenciales y todas las depravaciones que caracterizan la corrupción gubernamental.
Las leyes que administran la cultura son obsoletas: no permiten captar fondos de la iniciativa privada, por ejemplo. La administración de la cultura debe modernizarse, pero para ello es preciso recuperar la dignidad de la cultura ante nuestros gobernantes.
***
29/09/09
La cultura es el sector que más desprecia el Estado mexicano. El presupuesto de las dependencias del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) se ha recortado brutalmente. Se fomenta el aparato sindical que corrompe estas instituciones y, lo más grave de todo, asigna en cargos directivos a funcionarios acusados de fraude. Nadie responde a los reclamos.
A pesar de que esta comprobado que la cultura fomenta la economía, ésta no forma parte de la agenda del presidente de derecha Felipe Calderón. Su Secretario de Hacienda, Agustín Carsten, declaró el 10 de agosto que México enfrentará en el 2010 un faltante de 23 mil millones de dólares. Muchos proyectos artísticos se han desmantelando a pesar de haberse acordado desde hace años. ¿La razón? El arte y sus artistas no existen para la administración presidencial.
Los recortes se han hecho a discreción y sin transparencia. Ni Consuelo Sáizar, directora de Conaculta, ni Teresa Vicencio, directora del INBA, han aclarado las cantidades exactas del recorte. No han revelado los criterios para haber cancelado proyectos acordados, a pesar de que la comunidad cultural lo ha exigido insistentemente en los medios de comunicación. Sáizar y Vicencio, al ignorar estos reclamos, no muestran respeto por la profesión cultural y sí mucha arrogancia.
La contradicción en sus declaraciones públicas es insultante: mientras que Vicencio declaró el pasado 10 de agosto que el INBA “continúa con normalidad todas sus actividades... ni se retiran los fondos para los museos”, sí fueron amputados muchos proyectos en sustancia. Así lo demuestra el caso de la exposición Ventanilla Única, de Yoshua Okón, en el Museo de Arte Carrillo Gil (MACG). A pesar de que su inauguración el 9 de septiembre se difundió en la prensa, Okón repentinamente fue avisado de que su retrospectiva sería cancelada: el INBA no depositaría el presupuesto. Pero Itala Schmelz, la directora del MACG, logró conseguir algo de dinero y la exposición se pospuso para el 30 de septiembre. De los 300 mil pesos que se destinarían originalmente, sólo 170 fueron, a duras penas, aprobados. Ahora no podrá imprimirse el catálogo para la exposición que había comprometido al artista con varios autores.
La presidenta de Conaculta ha asumido una actitud totalitaria. No ha respondido a la invitación de la revista Curare para que aclare públicamente ésta y otras irregularidades. Se le envió una carta el 14 de agosto, con copia a Vicencio, que se ha reproducido en medios nacionales con la firma de los intelectuales más reputados del país. No sorprende su silencio.
Tampoco contestó tres cartas que dirigieron artistas de prestigio internacional y miembros de la comunidad cultural exigiendo la destitución de Virgilio Muñoz, recientemente designado director del Centro Cultural Tijuana. Muñoz Pérez es acusado por Víctor Clark Alfaro, del Centro Binacional de Derechos Humanos, de traficar personas mientras fungía como delegado del Instituto Nacional de Migración. Sáizar tampoco contestó los reclamos por haber contratado a Eduardo Zavala Barrenechea, acusado de soborno mientras fungía como subdirector de finanzas de la Lotería Nacional, para encabezar la Secretaría Ejecutiva de Conaculta, responsable de todo su presupuesto.
Tampoco Teresa Vicencio ha aclarado sus propias irregularidades administrativas: cuando fungía como directora del Cecut, entregó dinero público al promotor Leobardo Sarabia por uno o más proyectos inexistentes. El mismo promotor lo confesó en una entrevista audiograbada, y lo confirmaron exfuncionarios cercanos a la actual directora del INBA.
La solicitud de información respecto a todos estos asuntos están trámite en el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI). Tampoco ha habido respuesta.
Conaculta, un monstruo paternalista que despilfarra becas y premios, no ha podido integrar realmente la cultura en la vida de los mexicanos. Su normatividad, para colmo, impide que se administre con inteligencia: el dinero generado en taquilla del INBA, por ejemplo, nunca se re invierte en los espacios. La mayoría del dinero se va a enriquecer los sindicatos que se han apoderado de prácticamente los sectores más importante del país.
Conaculta es hijo de la burocracia que institucionalizaron 80 años de corrupción política aún vigente. Actualmente, el 85 por ciento del presupuesto que se otorgan a los espacios que dependen del INBA, como el MACG, se va a operación y lo que resta a programación. De acuerdo a las recomendaciones de la UNESCO, debería ser a la inversa. La cultura en México se administra al revés.
Al INBA se le asignó mil 759 millones de pesos, cinco por ciento más que en el 2006 cuando ejerció mil 615 millones de pesos. No se ha aclarado en cuánto permanece ahora. Lo único seguro es que no alterará uno de los grandes problemas de la administración actual: el corporativismo sindical que el Partido Acción Nacional, ahora en el poder, criticó tanto en el pasado.
Ahora ello caracteriza las instituciones culturales. Los recortes están perfectamente aplicados para a mantener, paradójicamente, el aparato podrido de los sindicatos. Son los empleados de confianza, a quienes se les paga arbitrariamente por honorarios, los que son recortados. Tan sólo en el Museo de Arte Moderno hay dos sindicatos en los que se practica la plaza heredada, las vacaciones exponenciales y todas las depravaciones que caracterizan la corrupción gubernamental.
Las leyes que administran la cultura son obsoletas: no permiten captar fondos de la iniciativa privada, por ejemplo. La administración de la cultura debe modernizarse, pero para ello es preciso recuperar la dignidad de la cultura ante nuestros gobernantes.
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29/09/09
