Vino se despilfarra por el piso de la camioneta. Falta poco para llegar y el bosque vuelve denso todo el paisaje. Frente a la desembocadura del río Lérez, Pontevedra se impone sobre una loma de rocosas. Agua oscura bajo el Puente de los Tirantes: aún no termina la gira y mi cuerpo también se despilfarra. Cuando llegamos al hotel, que es una posada húmeda y oscura, siento mi cabeza entumecida. Me tiro a la cama y siento el resto de mi cuerpo envejecer. A los cuatro minutos me sueño tocando en un escenario inmenso que se alarga conforme avanzo hacia el público. Nunca llego hasta el final.
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15/08/09