A pesar de la exotización multiculturalista de Tijuana (y en esto, porfavor paisanos, ya no hay que seguir alimentando ese folclore que nos limita a la otredad inofensiva y limitante) sí hay un margen de pensamiento libre. Y cuando digo Tijuana no aludo a un pedazo de geografía o de carne. Me importa un coño ese Tijuana: hablo de que Tijuana, el concepto que quiero restituir en la palabra "Tijuana", es cualquier margen que pretenda legitimarse por una aparato de dominación: llámese "lengua castellana", "tijuana" o "mundo pequeño", pero que nunca, esperemos, entregará lo poco o mucho que ha ganado de verdadera libertad.
***
10/07/09