Para festejar al cumpleañero¿Cuántos infantes han nacido y nacerán a lo largo de este día? No es una época muy típica del año, a sabiendas de que enero no es mes proclive al sexo, aunque sí al arrumaco. El seis de septiembre nacen hombres como yo, hijos de padres un tanto excéntricos y plenos de fluídos que descargan desesperados. Un día como hoy nació, por ejemplo, Max Schreck, aquel actor triste que luego de haber interpretado a Nosferatu en 1923, se dedicó a vagar por los bosques más umbríos de Munich. El mismo que solía recitar incoherencias en soledad hasta que murió en 1936, el año en que nació mi padre. Alegaba ser vampiro, con la misma intensidad que Moses Mendelssohn, quien nació el seis de septiembre de 1979, alegaba ser la reencarnación de Moisés, el personaje bíblico. Roger Waters nació también el mismo día, en 1943. En 1980 nacieron más que nada buenos deportistas. Pero esto no lo se de cierto. Nadie en mi generación ha hecho cosa muy significativa, aparte de sumarse al ritual espeluznante de la imitación. No tengo ánimos de celebrar mi cumpleaños hoy más allá del simulacro peripatético de los abrazos obligados y las conversaciones apocalípticas. Y entraré al baño de la vinatería en el que me alcoholizaré, me miraré al espejo para hallarme alguna arruga, y descargaré un poco de fluidos. Con todas mis exnovias me gustaría chocar copas, recordar calores y humedades en calles empedradas de Ciudad Antigua, en Montevideo, o Vesterbro, en Copenhague. No habría otro festejo mejor que ese; habría, eso sí, melancolía por esos muslos,y esos pechos, y esa sensación exquisita de perderse en los abismos de la otredad. Estremcimiento de rodillas y luego volver a la mesa a terminar una botella de vino oscuro.
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06/09/08