Frivolidad es la capirotada de lujos que los clasemedieros absurdamente creemos no merecernos. La crítica que se le hace a la comodidad oculta casi siempre nuestro rencor de casta o, cosa mucho más aciaga, un rencor hacia nosotros mismos. Es decir hacia la lentitud o la estupidez que no hemos vencido para poder acceder al aparatoso amaneramiento del poder monetario: comer un bistec enorme, beber un vino inasequible, coger a una modelo libertina. ¿Qué vamos hacer en los resquicios tragicómicos de la miseria? Roer con tacañería nuestra ingenua
arrogancia.
***07/06/08