El rencor que ensaña al empleado con su patrón impide advertir las virtudes del segundo. No es extraño que el primero se suponga víctima de un complot empresarial en el que El Jefe ha llegado al puesto gracias al cuchupo, al compadrazgo, al favor político. Por ello casi siempre el siervo se conmueve con las decisiones acertadas, cuando las hay, del cacique -su padre. Lo mismo sucede con los que rinden fervor a algún Dios en las alturas: a la buena noticia le llaman milagro.
***16/07/08