[f][l][o][r][c][a][n][í][b][a][l][@][d][f]

Juan Carlos Reyna (Tijuana, 1980) es músico y escritor. Aunque despanzurra en numerosos periódicos y revistas, es en esta bitácora donde revela sus entrañas más agrestes, su intimidad acojonada.


No jodamos a los pintores
La única posibilidad de súper vivencia para la pintura es que discurra sobre sí misma. El canon se rehúsa a darla por muerta, a pesar de que la academia, concienzuda y pichicata, la cree desplazada luego de que la teoría crítica embelesó al mundo del arte en los sesenta.
¿Qué lugar ocupa la pintura en el extravagante inventario de recursos expresivos del arte contemporáneo?
El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) se estrella en este debate con "What is painting?", una exhibición que concluyó recientemente y en la que se pretende antologar la producción pictórica de los últimos 40 años, fracasando con una puerilidad chapucera.
No por nada: a pesar de detentar la colección más poderosa de arte moderno, el MoMa no es una autoridad confiable para aproximarse a la obra de artistas vivos.
En sus enormes bodegas de conserva, un acervo portentoso y petulante abarca las piezas más emblemáticas del siglo pasado. Ello le ha permitido 1.- acreditarse como el líder indiscutible de la pugna por acumular las crestas del quehacer contemporáneo y 2.- asumirse como el dictaminador absolutista de los intereses del mercado neoyorquino, el más influyente del mundo del arte.
Lo anterior ocurre en la dimensión de lo político y, sobre todo, de lo económico. Los curadores, esos falsos ombudsman de la industria cultural, no han hecho más que persuadirnos erróneamente de que en la práctica museográfica hay una democracia implícita y urgida a revelarse.
Anne Umland, la responsable de “What is painting?”, asume este ministerio con alevosa chabacanería: la hilación de 50 piezas, de acuerdo a la hoja de sala, obedece a una sucesión “holgada” y que va “de lo sincero a lo irónico” (¿?), así como “de la reimaginación de las posibilidades pictóricas, al compromiso crítico con sus límites”.
El resultado, producto de evadir contextos evidentes, es un escaparate vergonzoso de los excesos de un museo que ha fallado en identificar el lugar que ocupa la pintura en el pomposo repertorio de medios que ostenta el arte contemporáneo.
(Más de mi ensayo en El Ángel, de periódico Reforma. Imagen: "What is painting?", de John Baldessari, 1968)
***
11/10/07

El festín existencial (o "Entre caníbales")
El caníbal es el más cursi de los asesinos.
Odia y por eso mata, pero también ama y por eso come. Al hacer a su víctima huésped de sus entrañas, el caníbal trasciende los límites de su propio ser para comulgar carnalmente con el otro -casi siempre, objeto supremo de su deseo-.
Pero el caníbal también es el anfitrión utópico de ésta, nuestra era post humana. Se trata del narcisista existencial que atenta contra los órdenes morales para transgredir sus límites corpóreos: aquel que, sin duda, enarbola la antropofagia como si fuese un medio de sublimación, y su víctima huésped de la consecuencia sintomática de nuestra era.
El caníbal cree en la comunión de la sangre y de la carne. El caníbal es un sacerdote enfermo.
Niños que se involucran en juegos de morder y devorar. La boca y el amor unidos por una sensación de poder se nos revela en la conciencia del dolor que podemos inflingir con nuestros dientes.
El acto sexual también es una forma de canibalismo.
(Más de mi ensayo proximamente en revista Panic. Imagen: "Henry", cartel de la película de John McNaughton sobre el supuesto canibal Henry Lee Lucas -quien, sin embargo, no fue en verdad canibal.)
***
11/10/07

Que Los Ángeles es un mutante incontrolado
Los Angeles es un monumento a la decadencia de occidente. Desde la obscenidad de su opulencia (Beverly Hills, Bel Air, Holnby Hills), hasta sus conflictos raciales perpetuos, toda es un caldo de cultivo que engendra una maquinaria social equilibrada pasmosamente entre la obcecación por el estatus quo y la producción creativa desaforada.
Los Angeles es una ciudad que se desborda.
Se trata de la escenografía perfecta para la sátira del sueño post americano. Monstruo que extiende sus tentáculos, desinhibido, al resto del mundo, se consume y delimita mediante 1.- El despliegue de su súper potencia cinematográfica que construye los estereotipos de occidente. 2.- La polarización de los contrastes entre razas que atiborran una mancha urbana de 1 mil 200 kilómetros cuadrados. Y 3.- Un hedonismo descarado que se cultiva, excéntrico y morboso, bajo el sol anaranjado y caluroso del Pacífico.
(Más de LA próximamente en La Tempestad)
***
11/10/07

Comments: Publicar un comentario

<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?