Dividir a EU por su comedia
Una de las características del humor estadounidense es la imbecilidad. Hay casos excepcionales, como en todo, pero la gran mayoría de los americanos se ríen de puras estupideces. Sus comedias son ñoñas, incluso aquellas que se esfuerzan en ser críticas, ácidas e independientes. Tal es el caso de programas como
Saturday Night Live o películas como
Borat, bodrios insipidos que buscan la risa fácil a costillas del comentario político obvio y gastadísimo. Había comentado algo acerca de las excepciones: son pocas y me refería a las comedias negras de Woody Allen o a la anarquía documental de
Jackass. Por estas excepciones, Estados Unidos se divide en cuanto a las diferencias entre sus comedias: mientras la aparente ala demócrata, crítica y juvenil vela por los intereses de la independencia "inteligente", "cool" & "funny", como Borat, la estupidez aleccionadora de MTV, en Johonny Knoxville, es más cagapalos que el judío del moustache seudo afgano. Curiosas dinámicas sociales en la vida mediática del
otro lado. Esta reflexión me la confirmó el paulatino aburrimiento que me llegó a causar ver el show nocturno de
David Letterman. Antes, el bastión independiente de la CBS me provocaba una risa fresca y adolescente. Sin embargo, luego de haber entrado en años se me reveló lo redituable que resultaba ser criticón de la manera más idiota y fácil. A la comedia gringa le hace falta lo que al
Late Show le ocurrió en los ochenta, cuando el actor
Crispin Glover, un excéntrico charlatán que protagonizó algunas joyitas cinematográficas de antaño, sacó de quicio a David Letterman. Entérate de lo que hablo, pinchando aquí:
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06/02/07