El exceso de alcohol es el veneno eficaz de nuestra época. Mi comentario aparenta ser una ñoña moralina o el bastión de una brigada puritana y, sí, qué aburrido resultaría un fin de semana con mi argumento. Pero creo que al ser legal y socialmente aceptado en casi todos los sectores de nuestra sociedad, funge como un ingrediente más para el hundimiento de nuestras vidas en el inmovilidad creativa. El alcohol me ha hecho más estúpido, eso es seguro. Y quien diga que el alcohol es un elemento transgresor capaz de revolucionar las conciencias dormidas de la sociedad, es que también lo ha hecho estúpido a él. El alcohol es el instrumento perfecto de sometimiento. El borracho como transgresor es un romanticismo caduco y, lo peor de todo, una mentira creída por la contracultura. El borracho no tiene absolutamente nada de rebeldía y sí mucho de escaparate para pivotear la voluntad escamoteada. De ahí que en el abuso del alcohol uno se desboca en el intento por hacer lo que no se atrevería en sobriedad. Uno decide ser abstemio no por un sentimiento de culpabilidad, sino por un sentido de movilidad política.
04/07/06
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