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Juan Carlos Reyna (Tijuana, 1980) es músico y escritor. Aunque despanzurra en numerosos periódicos y revistas, es en esta bitácora donde revela sus entrañas más agrestes, su intimidad acojonada.


El cine, presa fácil para tu libídine
Me gusta ir al cine porque en la renta de un video se pierde la libidinosa distracción que supone salir de casa y convivir cuerpo a cuerpo con gente a la que normalmente no tendríamos a tan poquitos centímetros de la epidermis. El cine o la orgía fantástica. No atiendo sólo y tampoco soy de los que se hacen pajas en la última fila de la sala: la mayoría de las veces me acompaña Berenice, con quién anoche tuve que soportar el aliento del jovenzuelo gay que estaba haciendo cola detrás de nosotros en taquilla. Ir al cine también supone una azarosa inversión de hora y media que, desafortunadamente, pocas veces rinde fruto. Anoche fue la excepción: la película que vimos, Proof (John Madden, 2006), cumplió las expectativas tomando en cuenta que la dirigió el empalagoso autor de Mrs. Brown (1997) y Shakespeare in Love (1998). La mayor atracción de la película es, definitivamente, Gwyneth Partlow en el papel de la hija paranoide de un científico que ha perdido la chaveta. La flaca de ojos melancolicoides, siempre abusiva en sus papeles de neurótica malcriada, destaca por su figura espigada de siluetas engañosas. Cierta escena en la que aparece con pijama revela que también la Partlow prefiere el abdomen exquisitamente al natural y los bronceados caprichosos en invierno. El orgasmo culpable y religioso que parte en dos nuestra película deja ver a la actriz más allá del personaje e intimando en su belleza de ángel triste y caído. Piernas largas, seño fruncido y pechos que sudan baba: Tan redonda, larga y tan perfecta. Por Gwyneth, Proof es la película de la semana.
15/06/06
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