Llevados por el deseo
Siempre creo que amo cuando temo por la suerte que le depara a mi pareja una vez que nos abandonamos. Allá afuera es un zoológico de animales rapaces. Temo por su cuerpo: temo que lo vaya a tocar un par de manos asquerosas. Temo de los extraños. Y también temo por mí. De volver a creer que estoy enamorado y volver a darme cuenta que no es verdad: que siempre habrá un cuerpo que me apetece más, como si se tratara de un pedazo de carne y yo un lobo o una hiena con miedo a comprometer su instinto. El deseo me recorre como un aliento de calor por todo el cuerpo, mientras supongo que una extraña, sólo una, anda por ahí esperando a que nos encontremos.
21/03/06
***