El zen de los anticapitalistas
Solía tener una amiga que, cuando se engolosinaba con una bacha enorme de mariguana, pensaba en la inminencia de un reordenamiento del idioma. Me explico: en su estado, vamos, contemplativo, ella aseguraba que la mayoría de las palabras estaban constituidas por un exceso de letras. Para ella, por ejemplo, no había plurales: sólo singulares. Decir libro le daba igual que decir libros, pues esa s era "sólo un invento del capitalismo". El uno era el todo y su reflexión tenía algo de budismo para tacaños.
04/03/06
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