Hasta el más charlatán de los chamanes o brujos es capaz de sanarnos las enfermedades del corazón. La calidad de una "limpia" o "trabajito" no depende de lo sublime del curandero, sino de lo simbólico del rito. Cualquiera de nosotros puede ser un poderoso mago en el momento que pronunciamos algo que no tiene al más mínimo sentido, más que para nuestro inconsciente.
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