Crear no es cosa de oficio, sino de ingenio. Ingenio, quiero decir, para arreglárselas y estar en el momento y lugar de las iluminaciones súbitas. En este caso (filosóficamente hablando) también se trata de no hacer nada y estar pendientes del momento en que podramos estar conscientes del "Todo". Recuerdo el caso de un hombrecillo que decidió escribir una novela porque su hermano había escrito una. Si él puede, porqué no yo. Resulta que esa novela, la primera y la última del aprendiz de escritorzuelo, resultó la más intensa y perdurable de su generación. Eso exlica el caso de los brevísimos Guimaraes, Rulfos, Rimbauds y Caicedos versus los diarréicos y banales y frívolos y retóricos escritores de oficio.