La necesidad de emprender un nuevo camino en la vida es, necesariamente, el camino hacia el final. Todo camino supone un destino y el destino ¿no es acaso la culminación de una vida? Todo escritor es un pequeño dios: al modo de Lezama o de Bolaño, seres omniscientes que atisban los finales más trágicos o más vívidos. Así, la literatura significa ese camino hacia el final. En estos días la escritura ha adquirido una importancia escencial en mi vida. Nunca antes escribir se había vuelto tan necesario. En la caída de la cuenta de estos días, todo, absolutamente todo debe de ser escrito y reescrito. La muerte, el amor, los márgenes de la historia y de las pequeñas historias de cada día, los libros, la felicidad histérica, los amigos, la cerveza, la enfermedad y los proyectos inconclusos.