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Yo confieso: renuncié a mi catolicismo porque algo se había perdido en las enseñanzas de la vieja catequesis. Hablo de esa soberbia solemnidad y respeto por el silencio y la mesura que las nuevas teologías han sustituido por cierta efectividad práctica del espíritu: "no nos interesan fieles asiduos a la iglesia, sino fieles de calidad a la iglesia", oí decir alguna vez en el sermón. Caray, la iglesia también iba detrás de un ISO 9000. Ahora, tengo por encargo escribir un reportaje sobre exorcismos, esa práctica un poco en desuso debido a que cada vez menos gente cree en el diablo. No por nada: los sacerdotes terminaron por convencer a a los fieles que el mal no es un personaje, sino un defecto del espíritu, una falta de efectividad espiritual. Los padres, esos administradores de la fe.