: El ejercicio del arte contemporáneo es, de entre todos los oficios, el que menos permite el maduración del individuo. No quiero ser el paladín de la superación personal, que para eso sobran los Cuáutemoc Sánchez. A lo que me refiero es al indiscutible grito que se pega en el cielo cuando el artista se niega a practicar la instalación, el arte público o la multimedia, formas que se han impuestos como acordes a nuestros tiempos. Y cuando digo maduración, digo el proceso en el que el artista logra ser un autor, hallar una voz propia. ¿Alguien se ha puesto a pensar que en este mundo de zipi zappin, el regreso a la pintura será la auténtica vanguardia?