El vocalista es el miembro más pelado de un grupo musical. Es decir: al qué más se le aplica el beneficio de la duda. Ser vocalista es ser 'no miembro': por tradición (y con muy raras excepciones) el que se acopla a los músicos, el que ganonamente pone la cherry en el pastel de la composición, so pretexto de 'escribir' la letra de las canciones. No por nada Phil Collins pensó hasta 6 meses el ocupar el puesto que había dejado Peter Gabriel como frontman de Genesis (los mejores años de Genesis, quiero decir). Collins era el baterista (¡El Baterista!) del grupo ¿Porqué carajos querría dejar un puesto tan respetable para pasar a ser el frívolo showman que casi siempre es un cantante? En este caso estaba errado. Peter Gabriel, curiosamente, sí es una de esas raras excepciones que, como Morrisey o Bowie, se erigen como entes propios, indispensables en la conformación de una buena banda. El resultado fue que Genesis, de ahí en adelante, valió pifas. Me cuesta decirlo, pero Thom Yorke, por ejemplo, no llegaría lejos sin Radiohead. Basta escuchar sus colaboraciones con otros grups (
El President) para corroborarlo: les confieso que fue una decepción. Pero vamos: el estilo 'Yorke' es tal porque Radiohead lo demanda. Eso sí, autor de un lirismo turbio y polemizante, su voz es desgarradoramente bella porque Radiohead lo es. La que es considerada la banda más influyente de Inglaterra del nuevo siglo es una apuesta permanente a la libertad y al experimento. Fuera de ahí, Yorke es un aullido.