a lo mejor Carlos (Valdemar, el personaje de este cuento) es mi papá, una proyección de las mariconadas de papá. una proyección de ese día en que me ató a la cama y se subió arriba de mí para jugar al sometido. mi mamá entró al cuarto de volada y le dijo, "porfirio, así no jueguen". no entendí la escena, estaba pequeño y no entendía muchas cosas. era un niño lleno de coraje, con una rasquera enfermiza en el culo. mi padre era un holgazán sentimental, parecía nunca haber estado enamorado: era introvertido. mi mamá era un mounstro: yo era niño y ella me sobreprotegía y regañaba. un día soñe que mi papá y mi mamá se besaban. nunca los ví besar en la realidad. pero la realidad también era hermosa y turbia como ese sueño. carlos valdemar tuvo una infancia jodida. por eso terminó con una sexualidad jodida: alcohólico, herido. todos somos huérfanos, decía. y tenía razón: la orfandad es nuestra condición de vida. su amargura era tal y mi amargura era tal, que sospeché que me haría daño, que también me violaría.