escuché a Bosé con Carlos Valdemar. tuve que "enseñárselo", pues no conocía nada de la movida madrileña. Carlos Berlanga le era demasiado pero Salamandra, el mejor disco de Miguel, un resabio patético pero claro de la herencia de Kaka de Luxe, et al. Valdemar lloró. yo también lloré -especialmente en la canción Nena, ámbar y arena, donde el hijo de Dominguín canta a un hermafrodito que lo flagela. es aterradoramente comercial, sin embargo, posee cierta belleza turbia, épica de la balada universal, pop de instinto y de marica refinado. Carlos y yo nos metimos perico escuchándolo, tanto que casi nos da un infarto. Bosé me trae muchos recuerdos, le dije, principalmente del tiempo en que descubrí mi masculinidad. ahora prefiero el look cha cha cha, casi-casi vulgar, y sigo siendo un hombre, sólo un hombre. para entender la movida tijuanense hay que escuchar a Bosé, el asexuado que se masturba por vanidad. Valdemar me miró, atónito: no lo podía creer: la mayoría de los tijuanenses, como los madrileños, prefieren tener sexo consigo mismos.