Bélica II
El simulacro más absurdo es el de la guerra. Lo se desde hace una semana, días después de que vi en la tele un documental sobre la danza capoeira. Los esclavos negros de Brazil la crearon hace unos cuatro siglos para hacer pensar a sus amos que peleaban detrás de las jaulas y así, quizá, obligarlos a que los liberaran. Ello nunca ocurría. Por el contrario, terminaban fatigados. Antes había discutido con mi
novia acerca del impacto que una guerra en Irak tendría en nuestros trabajos. El tema nos pudo haber llevado a un pleito de pareja porque, para empezar, yo soy desempleado. Pero no, y es que la esperanza de que algún día me gane la lotería es lo que erecta gozosamente mi paciencia.